Desde principios de la década del 80 hasta estos años, el conocimiento sobre la
parasitosis gastrointestinal de los bovinos en la región templada pampeana ha avanzado
considerablemente. A esto ha contribuido el alto grado de desarrollo en la generación y
difusión de información científico-tecnológica por medio de universidades, institutos
nacionales, laboratorios y profesionales de la actividad privada. En este contexto, el
logro de un control eficiente en los sistemas intensificados pastoriles para evitar la
contaminación de la producción de carne y el ambiente es un aspecto de creciente
importancia.
Según comenta el médico veterinario Carlos Descarga, técnico del Area Producción
Animal del INTA Marcos Juárez, hasta hace algunos años se pensaba que la parasitosis
gastrointestinal en la categoría de invernada, fundamentalmente en recría, afectaba a
los animales porque competía con la alimentación, reduciendo la capacidad para ganar
peso. "Como producto de las investigaciones de los últimos años hay dos puntos que
están muy claros: la parasitosis fundamentalmente deprime el consumo voluntario de
forraje o de grano hasta en más de un diez por ciento, por lo cual es un tema muy
trascendente ya que conduce a que el animal tenga menor performance productiva. Por otro
lado, el efecto que los parásitos producen sobre los órganos internos (estómago,
intestino, etc) demandan mucha reparación de los tejidos afectados, lo cual insume gran
cantidad de proteínas de alta calidad y esto hace que el animal sea ineficiente ya que
buena parte de la energía que necesitaría para crecimiento, se gasta en reponer esos
tejidos dañados".
Destaca el técnico del INTA Marcos Juárez que las temperaturas desusadamente altas
del último otoño en gran parte del país permitieron que con esas condiciones
climáticas favorables, sobre todo aumento de temperatura, se generaran nuevas poblaciones
parasitarias. "Esto significa, de acuerdo a los análisis de pastura que hemos
realizado, que los animales están enfrentándose a una nueva generación parasitaria que
generalmente ocurre en la primavera, lo cual implica un mayor riesgo que lo
habitual".
"Dentro de las recomendaciones", apunta, "siempre se sugiere que toda la
invernada, desde que comienza, y sobre todo en la etapa de recría, tenga una vigilancia
bastante estricta en el tema parasitario. De esta manera, habiendo planificado bien el
control durante el otoño, con inspección y análisis de materia fecal de los animales,
no hay que realizar actividades adicionales. El problema surge cuando solamente se ha
tratado o controlado la hacienda al entrar y después se despreocupa del tema; los
productores que están en esta situación van a tener dedicarle bastante más de tiempo
para analizar la condición parasitaria de sus animales a esta altura del año".
Descarga insiste en la necesidad de una planificación previa: "trabajar sobre
hacienda que ingresó al campo dos, tres o cuatro meses atrás es no solo riesgoso en
términos de producción, sino que es frustrante porque uno no puede obtener los
beneficios que debería obtener con el control parasitario. Esa planificación implica que
el productor, junto al profesional que lo asesora, elaboren un plan de control conjunto de
manejo de pasturas y uso de antiparasitarios y fundamentalmente que se utilicen algunas
herramientas como por ejemplo el análisis de materia fecal. Se pueden muestrear unos diez
a quince animales por tropa y con eso tener una evaluación certera no solo de la
infección de los animales sino, lo que es más importante, en qué medida esos animales
están contaminando las pasturas y chequear si el control parasitario va siendo
efectivo".
Justamente la efectividad es un punto crítico sobre el cual Descarga hace hincapié,
previniendo sobre el adecuado uso de los antiparasitarios y su efecto. "Ultimamente
se registraron dos casos en el país de resistencia de algunos parásitos
gastrointestinales bovino a las avermectinas, esos antiparasitarios que han sido y siguen
siendo muy útiles en la producción de carne. Esos casos son un llamado de atención para
no utilizar estos elementos, los endectocidas o antiparasitarios en base a ivermectina, en
forma indiscriminada y mucho menos todos los meses durante toda la invernada, ya que no
tiene ningún sustento y favorece la resistencia. Por otro lado se recomienda hacer un uso
racional de los antiparasitarios y alternar los productos (por sus distintos principios
farmacológicos) ya que si la resistencia a ese tipo de antiparasitarios se generalizara a
todos los parásitos el tema de control se complicaría muchísimo.
Principios del invierno: momento para evaluar el control antiparasitario
aplicado a los terneros de invernada
Cuando su control es deficiente, las parasitosis internas en la invernada pastoril
provocan pérdidas de peso vivo de aprox. 15-35 Kg/animal/ciclo sin síntomas. Un
deterioro inaceptable para los estándares actuales de eficiencia en los sistemas
intensificados.
El principal elemento a tener en cuenta en el control parasitario son las pasturas y
que en las condiciones de intensificación (ajuste en el manejo forrajero, incorporación
de la suplementación energética) el aumento de la carga animal/ha deriva en un
incremento del riesgo parasitario del sistema.
Siempre conviene diseñar e implementar una estrategia de control que ponga el mayor
esfuerzo en el primer otoño postdestete con el propósito bien definido de bajar la carga
parasitaria de las pasturas durante el otoño, invierno y la primavera próximas.
A principios del invierno, los destetes están incorporados en el circuito de engorde
con buen grado de adaptación al nuevo planteo de manejo pero son aún muy jóvenes y
significativamente susceptibles a la parasitosis.
Por consiguiente, durante julio y/o agosto se recomienda evaluar (análisis de materia
fecal, estado corporal, ganancia de peso, etc) la eficacia del control parasitario
ejercido y eventualmente hacer los ajustes correspondientes en función de los resultados
y el futuro circuito de pastoreo (pasturas perennes y/o verdeos).